EJEMPLO))La pobreza no les impide ser excelentes en la escuela
Por Ricardo Rodríguez Rosa/SANTIAGO RODRIGUEZ, República Dominicana.-Cuando Cipriana Altagracia Vargas vio llegar a sus cuatro nietos con las notas que indicaban que aprobaron los cursos en sus respectivas escuelas y que también llevaban consigo medallas por haber sido estudiantes meritorios, los abrazó y con ellos lloró de alegría.
Y es que Denny Smith, de 5 años; Arianny Stephan, de 6; Aridio José, de 10 y Rafelina Altagracia Jumelles, de 14, a pesar de todas las limitaciones económicas de su abuela Cipriana y su madre Herminia Altagracia Jumelles, no pierden la perspectiva de convertirse en personas útiles a la sociedad, gracias a la educación que reciban.
Se trata de una familia relativamente numerosa, cuyo padre sólo tuvo tiempo para concebirla, olvidándose de sus obligaciones y abandonando a su suerte a las cuatro criaturas, que viven con sus abuelos maternos en una humilde casa, lal número 167 de la calle Sánchez, de esta ciudad.
LIMITACIONES))Pero, como si las dificultades económicas no fueran suficientes, doña Cipriana, su hija Herminia y los cuatro nietos corren el riesgo de quedarse en la calle, porque el propietario de la vivienda, José Adriano Jumelles, sobrino de Mamerto y abuelo de los menores, ha decidido vender el inmueble.
Esa decisión no hace sentir mal a Cipriana y a Herminia, porque reconocen que él les ha permitido vivir allí por espacio de 14 años “y eso hay que agradecerlo, aunque nos estemos preparando para afrontar la dura realidad que significa no contar con un techo donde guarecernos”.
Aridio José y Rafelina estudian en la tanda matutina de la escuela Librado Eugenio Belliard, en tanto que Denny y Arianny cursan la enseñanza primaria en la Ana Joaquina Hidalgo.
Debido a que en su humilde vivienda no tienen dinero para prepararles desayuno o comida, a veces tienen que ir a clases con el estómago vacío y, peor aún, con la incertidumbre si encontrarán algo de comer al regreso.
Aún así, han podido demostrar que son los mejores alumnos en sus clases, por lo que hace algunos días recibieron menciones de honor, simbolizadas en medallas y pergaminos de reconocimiento.
Nadie como ellos está consciente de las penurias en que ven pasar los días, pero tienen la esperanza de que habrán de ser entes sociales de bien, hasta el extremo de alcanzar títulos universitarios.
Malviven en esta vivienda, pero aman el estudio.
De ahí que Aridio ya se visualiza como un cantante popular de prestigio, Arianny espera el día en que reciba su título de maestra, Denny aspira a ser un pelotero de tal categoría que las Grandes Ligas algún día se postren a sus pies, en tanto que Rafelina anhela ser ingeniera o abogada.
Pero, mientras que con esos sueños distraen sus ansias de comer algo antes de irse a las camas, la realidad les dice que el camino que les resta recorrer para alcanzar esos objetivos es largo y que precisan de una vida más digna y adecuada a sus necesidades.
Temprano han comprendido que ayudándose mutuamente es la mejor manera de sobrellevar la vida que les ha tocado vivir. Así, es común ver a Arianny, con apenas seis años de edad, enseñar las vocales a su hermanito Denny, de cinco.
ESFUERZO))Rafaelina, con sus 14 años, estudia por la mañana y el resto de las horas del día y parte de la noche lo utiliza en la limpieza de la casa, dar clases a sus hermanitos y ayudarlos a preparar las tareas asignadas por los profesores.
Herminia, la madre , se gana la vida como trabajadora en una casa de familia, en tanto que Cipriana se ha encargado del cuidado de los niños desde que Rafelina nació.
Se trata de una familia que no quiere sucumbir ante el peso inaguantable simbolizado por la estrechez económica, pero que precisa de manos amigas por lo menos para garantizar la continuidad de los estudios de los cuatro vástagos.
